Cuando nos formamos como Coaches Ontológicos, aprendemos algunos conceptos fundamentales, que en ese “raro idioma paralelo” que hablamos los coaches  se denominan “Distinciones”.

Esos mismos conceptos, después haber transitado por nuestra propia vida y experiencia, los ponemos al servicio del Coachee (así se define La Persona Que Se Deja Acompañar Por Un Coach en ese mismo idioma técnico) durante las sesiones.

Lo lindo es que no se trata de memorizar nociones, sino más bien  es un aprendizaje que sí o sí debe atravesar  tu propio cuerpo y  tu propia historia, y cada vez que te nutres de él cuando acompañas a alguien en una sesión,  se alimenta más.

Por ejemplo, tengo una Coachee que,  al final de las sesiones, después de yo preguntarle  qué es lo que pudo aprender de la conversación, siempre me devuelve la pregunta diciéndome: “Y tú, qué aprendiste?”

Me encanta eso, siento que refuerza la relación de confianza recíproca. Y me recuerda  que los Coaches, exactamente como los Coachees, somos eternos aprendices: cada vez que reconocemos  que no sabemos algo nos podemos comprometer a descubrir cosas nuevas.

En «La Ontología del Lenguaje», libro escrito por Rafael Echeverría, se aprende que existen las siguientes declaraciones fundamentales:

El “Si”  me hace responsable de lo que estoy aceptando;

El “No” me dá la posibilidad de mostrar y ejercer mi autonomía, respeto y dignidad;

El “No Sé” o declaración de ignorancia, me permite abrirme y comprometerme a conocer lo que estoy ignorando;

El “Gracias” me abre la posibilidad de agradecer al otro y conectarme con la abundancia;

El “Te Quiero”  abre mi sentimientos al otro y me conecta desde el amor;

El “Perdón” (pedir perdón y dar el perdón) me permite hacerme cargo de mis acciones y liberarme del resentimiento.

En una sesión de coaching, hace un par de semanas, conversando de la emoción del Miedo, traigo  estas  distinciones y el Coachee me dice que la declaración que más lo aterroriza es el “No Sé”.

Entonces le pregunto: “Y cómo sería un mundo sin No Sé?”

Y casi doy por obvio que seguramente me va a contestar:“Sería un mundo sin aprendizaje”.

Y… no!

Me contesta otra cosa, recordándome que las preguntas de un Coach nunca   tienen una sola posible respuesta, sino la que hace más sentido al Coachee.

Me responde: “SERIA UN MUNDO SIN MISTERIO”.

Touchée. Me quedo tan asombrada que le contesto algo como “me voy a tatuar tu respuesta!!!

Que enseñanza más eficaz sobre qué tan revelador puede ser lo que uno ignora, y el poder de las conversaciones para llevarlo a la luz!!

Y justamente  el Coaching Ontológico es un Misterio, donde ambos el Coach y el Coachee aprenden de sus No Se´ co-creando  conversaciones hechas de preguntas y respuestas que nunca son obvias.

Quieres aprender de tus No Sé conmigo?

Te atreves  a CONTACTARME  para  agendar una conversación llena de Misterio?